atasco mental
A veces me pregunto si somos los mismos.
Esos que enfurecen ante un atasco a las nueve de la noche o sonríen subiendo la música a todo volumen cantando su canción favorita que grita un "porque me duele la cabeza, y me duele la cabeza, y me duele la cabeza...", deseosos de llegar a casa y abrazar a alguien o a algo que nos haga sentir que a partir de las diez comienza la vida. Esos que se levantan cada mañana a horas justificadas como inhumanas y regresan tarde, después de un atasco. Si somos aquéllos que pasean por el centro de la ciudad, resumiendo la existencia en olvidar el olfato al olor de castañas asadas recién hechas. Me pregunto si somos los mismos que un día dijeron no puedo, aquéllos que gastaron su última bala en un te quiero, los mismos que siguen recorriendo cada esquina de su calle como si fueran los pliegues de sus mapas, aquéllos que siguen buscando el tesoro de no perderse. Me pregunto si somos nosotros las mismas personas que decidieron sacrificar su juventud pensando en un futuro que, tal vez no llegue nunca o tal vez ya se haya hecho presente, pero no es precisamente el que esperábamos. Hay cosas que los mayores no te cuentan, cosas que, por desgracia, yo no te voy a contar porque entonces no querrías crecer nunca, aunque esto signifique que me haya hecho mayor. Aun así, me sigo preguntando sólo a veces si somos nosotros, los mismos que queremos ser otra persona y nunca terminamos de caer en la cuenta de que somos demasiados para tan poca mente.
A veces, me sigo preguntando dónde está mi juventud, el primer beso, el primer adiós, la primera lágrima, el primer abrazo, el primero otoño, la primera Navidad, el primer te quiero, el primer no puedo, el primer te espero, y el último.
-Dónde dejaré la última espera de algo que nunca termina de llegar porque sabe que no estás.-
Sólo a veces me pregunto sobre los pequeños detalles de la vida y casi siempre es cuando siento que he dejado de vivir. Casi siempre no termino de acordarme de mi primera vez, la que hace no mucho no podía olvidar. O tal vez hace años de eso y mi recuerdo se basa en otros besos. Ya ni me acuerdo de la primera vez que dije un "Hoy sí" con la inocencia del que cree que siempre quedará mañana. Cuando creces, te das cuenta que mañana es sólo la antesala del casi que nunca llega, y ésa es una de las cosas que los mayores no te cuentan, y que yo tampoco te voy a desvelar.
Sólo quería decirte que, a veces, enfurezco y sonrío a la vez al escuchar mi canción favorita mientras sigo en el mismo atasco de cada día a las nueve, escribiendo esto, suplicando que quede alguien en casa despierto para cuando llegue, descruzando los dedos al pensar que, al menos, ese alguien sea yo.
Esos que enfurecen ante un atasco a las nueve de la noche o sonríen subiendo la música a todo volumen cantando su canción favorita que grita un "porque me duele la cabeza, y me duele la cabeza, y me duele la cabeza...", deseosos de llegar a casa y abrazar a alguien o a algo que nos haga sentir que a partir de las diez comienza la vida. Esos que se levantan cada mañana a horas justificadas como inhumanas y regresan tarde, después de un atasco. Si somos aquéllos que pasean por el centro de la ciudad, resumiendo la existencia en olvidar el olfato al olor de castañas asadas recién hechas. Me pregunto si somos los mismos que un día dijeron no puedo, aquéllos que gastaron su última bala en un te quiero, los mismos que siguen recorriendo cada esquina de su calle como si fueran los pliegues de sus mapas, aquéllos que siguen buscando el tesoro de no perderse. Me pregunto si somos nosotros las mismas personas que decidieron sacrificar su juventud pensando en un futuro que, tal vez no llegue nunca o tal vez ya se haya hecho presente, pero no es precisamente el que esperábamos. Hay cosas que los mayores no te cuentan, cosas que, por desgracia, yo no te voy a contar porque entonces no querrías crecer nunca, aunque esto signifique que me haya hecho mayor. Aun así, me sigo preguntando sólo a veces si somos nosotros, los mismos que queremos ser otra persona y nunca terminamos de caer en la cuenta de que somos demasiados para tan poca mente.
A veces, me sigo preguntando dónde está mi juventud, el primer beso, el primer adiós, la primera lágrima, el primer abrazo, el primero otoño, la primera Navidad, el primer te quiero, el primer no puedo, el primer te espero, y el último.
-Dónde dejaré la última espera de algo que nunca termina de llegar porque sabe que no estás.-
Sólo a veces me pregunto sobre los pequeños detalles de la vida y casi siempre es cuando siento que he dejado de vivir. Casi siempre no termino de acordarme de mi primera vez, la que hace no mucho no podía olvidar. O tal vez hace años de eso y mi recuerdo se basa en otros besos. Ya ni me acuerdo de la primera vez que dije un "Hoy sí" con la inocencia del que cree que siempre quedará mañana. Cuando creces, te das cuenta que mañana es sólo la antesala del casi que nunca llega, y ésa es una de las cosas que los mayores no te cuentan, y que yo tampoco te voy a desvelar.
Sólo quería decirte que, a veces, enfurezco y sonrío a la vez al escuchar mi canción favorita mientras sigo en el mismo atasco de cada día a las nueve, escribiendo esto, suplicando que quede alguien en casa despierto para cuando llegue, descruzando los dedos al pensar que, al menos, ese alguien sea yo.
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