I remember...

Nunca me aferro a las costumbres porque sé que mañana no tendré nada que ver con hoy, ni conmigo, pero supongo que las buenas no se deben perder.
Hablo de recordar, claro.

"Dos mil catorce, nuestro año", -dijo mi padre en enero. Él cree en su número favorito, en la recompensa del esfuerzo, y en sus hijos. Quizá, en algún momento, se queda sin fuerzas para creer en algo más, pero su alma invencible, siempre resucita. Cada día le prometo que yo voy a hacer que conozca el mundo que el mundo no le ha dejado conocer. Cada día me prometo que terminaré domándome, que viviré más, que no le quitarle el reloj al tiempo; también ha de saber que tiene fin, que volveré a querer como lo hacía, como lo hago, como nunca dejaré de hacerlo, que volveré. A olvidar, pero volveré. Como nunca he sabido hacerlo. Cada día de este año que dejo atrás me he prometido, pero sobre todo, me he dejado prometer. Cada día de este año, en mi mente, he ido guardando lugares donde ahora nunca llueve, abrazos que no dejo de sentir aunque nada me pese, personas que no dejo de mirar ni en sueños, manos que no dejo de rozar, ni aun cuando tiemblo, palabras que no dejo de escribir ni cuando debo, ausencias que no dejan de faltar, ni aun cuando dejo de echar de menos. Pero sobre todo, cada día de este año, en mi mente, he ido almacenando sonrisas que no dejaré de vivir, ni cuando deje de hacerlo.

Cada día, en mi mente y en mi piel, sucede vida que no deja de latir pase lo que pase, pese lo que pese. Dos mil catorce decía mi padre... Dos mil quince le he escuchado decir antes.

Gracias: por ser, por estar, por permanecer, por prevalecer, por salir, por entrar, por quedarte a morir... Gracias a ti, a quien está leyendo esto, por formar parte de mí, cada día.



Comentarios

Entradas populares de este blog

pequeños placeres de la vida

dicen que de los errores se aprende

no es tan fácil como parece