me enseñaron... vergüenza... aprendí...
Me enseñaron la vergüenza.
Me enseñaron a avergonzarme de mi cuerpo, de mis actos, de mis pensamientos.
Me enseñaron que lo que pienso es absurdo, que lo que hago es ridículo, que lo que deseo es sucio.
Y aprendí a no decir lo que pensaba, por vergüenza de que alguien a mi alrededor pensara algo mejor.
Y aprendí a no hacer lo que me apetecía, por vergüenza de que alguien a mi alrededor creyera que era inoportuno.
Y aprendí a no perseguir lo que deseaba, por vergüenza de que alguien a mi alrededor opinara que era inapropiado.
No contenta con someterme a la mirada externa, me plegué también a la vergüenza ajena.
Y aprendí a preguntarle a la vergüenza cómo vestirme, no vaya a ser que alguien pensara que voy buscando gustar, destacar.
Y aprendí a escuchar a la vergüenza al desnudarme, no vaya a ser que me sintiera cómoda en mi cuerpo, y me acostumbrara a enseñar(me)lo sin miedo.
Y aprendí a consultar con la vergüenza antes de abrir la boca, no vaya a ser que dijera sin filtro lo que me pasa por la cabeza, y se enterara la gente.
Y dejé de bailar, de reír a carcajadas, de rascarme el culo, de preguntar lo que no entiendo, de opinar lo que pienso, de compartir lo que siento, de pedir ayuda, de ponerme faldas, de ir a la playa, de comer o llorar en la calle, de ir sin sujetador, de pintarme, de salir sin pintar, de bajar a la calle despeinada, de usar esa ropa que dicen que no me pega nada, de llamar a quien echo de menos, de tomar la iniciativa, de decir que no, de decir que sí, de quejarme, de vanagloriarme, de estar orgullosa, de admitir que estoy asustada.
Y, a base de sentirme cada día más avergonzada, entendí que mi vergüenza nunca iba a sentirse saciada. Que toda la vida iba a imponerse entre yo y mi representante impostada. Así que busqué a mi sinvergüenza interna. Y le costó salir un poco, le daba vergüenza. Pero acabó sacándome a bailar, haciéndome dúo al cantar, saliendo conmigo a la calle con la cara sin lavar, animándome a hablar, a ignorar las cosas que me deberían avergonzar... Y ahora no tengo tiempo para sentir vergüenza. Estoy ocupada viviendo.
Me enseñaron a avergonzarme de mi cuerpo, de mis actos, de mis pensamientos.
Me enseñaron que lo que pienso es absurdo, que lo que hago es ridículo, que lo que deseo es sucio.
Y aprendí a no decir lo que pensaba, por vergüenza de que alguien a mi alrededor pensara algo mejor.
Y aprendí a no hacer lo que me apetecía, por vergüenza de que alguien a mi alrededor creyera que era inoportuno.
Y aprendí a no perseguir lo que deseaba, por vergüenza de que alguien a mi alrededor opinara que era inapropiado.
No contenta con someterme a la mirada externa, me plegué también a la vergüenza ajena.
Y aprendí a preguntarle a la vergüenza cómo vestirme, no vaya a ser que alguien pensara que voy buscando gustar, destacar.
Y aprendí a escuchar a la vergüenza al desnudarme, no vaya a ser que me sintiera cómoda en mi cuerpo, y me acostumbrara a enseñar(me)lo sin miedo.
Y aprendí a consultar con la vergüenza antes de abrir la boca, no vaya a ser que dijera sin filtro lo que me pasa por la cabeza, y se enterara la gente.
Y dejé de bailar, de reír a carcajadas, de rascarme el culo, de preguntar lo que no entiendo, de opinar lo que pienso, de compartir lo que siento, de pedir ayuda, de ponerme faldas, de ir a la playa, de comer o llorar en la calle, de ir sin sujetador, de pintarme, de salir sin pintar, de bajar a la calle despeinada, de usar esa ropa que dicen que no me pega nada, de llamar a quien echo de menos, de tomar la iniciativa, de decir que no, de decir que sí, de quejarme, de vanagloriarme, de estar orgullosa, de admitir que estoy asustada.
Y, a base de sentirme cada día más avergonzada, entendí que mi vergüenza nunca iba a sentirse saciada. Que toda la vida iba a imponerse entre yo y mi representante impostada. Así que busqué a mi sinvergüenza interna. Y le costó salir un poco, le daba vergüenza. Pero acabó sacándome a bailar, haciéndome dúo al cantar, saliendo conmigo a la calle con la cara sin lavar, animándome a hablar, a ignorar las cosas que me deberían avergonzar... Y ahora no tengo tiempo para sentir vergüenza. Estoy ocupada viviendo.
tttttzzz.... y luego dicen que la perfección no existe, eso lo dirán porque no te han conocido, porque madre mía, lo tienes TODO, eres un 10, desde la fachada hasta el interior, ojalá más gente como tu, sé que odias que te pongan anónimo, pero no, yo no voy a poner mi nombre, llámame cobarde a mí también, pero soy alguien que jamás imaginarías aquí leyendo este genial blog, menos comentando, y mucho menos declarándote lo que realmente pienso de ti, para terminar solo decirte que ERES GRANDE nerea, MUY GRANDE, y por favor no dejes que nada ni nadie te influya, no cambies por nada de lo que te puedan hacer o te pueda pasar, se tu misma como hasta ahora, esta pequeña renacuaja sinvergüenza que eres es la alegría de muchas personas y lo sabes, no sé, quizá tu energía, quizá tu positividad, quizá tu eterna sonrisa, quizá el hecho de que estés siempre intentando hacer sentir bien a la gente, ayudando, no lo sé, pero tienes algo que engancha, engancha mucho, pero también me das miedo, impones, tampoco sé por qué, pero suelo tener miedo de confesarte cosas, quizá porque tienes tanto carácter que el hecho de como te lo tomarás me asusta, aunque sean cosas buenas, o simplemente por miedo a perderte, también es cierto que a mi me cuesta decir las cosas que siento, pienso, y más ante ti, que a la vez haces sentir tan grande y tan pequeño, ver como eres capaz de subirle el autoestima y los ánimos a cualquiera, y le haces sentir que merece la pena que tiene fuerza, ahí consigues hacernos sentir grandes, pero en cambio al compararme contigo me siento pequeño, como si no llegase a tu altura, eso de mirarte y pensar ojalá yo tuviese tu personalidad, y ojalá yo fuese la mitad de guapo que tú, ojalá yo tuviese esa manera de hablar, esa ternura, esa buena honda, bueno bueno, me estoy poniendo muy ñoño inconscientemente, nada solo decirte que sigas siendo lo que eres, no te estoy declarando mi amor por si se puede malinterpretar, solo que me pareces una tía increible, que me caes de puta madre y que eres el sueño de cualquiera, pero tengo claro que eres inalcanzable para la gente como yo, y por eso intento sacarte de mi cabeza, no encoñarme contigo, te conozco desde hace tiempo y enamorarme de ti sería lo peor, ay dios mio lo que sufriría.. se que no me correspondes, que nunca serás mía, pero aunque lo intente tampoco está en mis manos, pero tu tranquila que jamás sabrás quién soy y que siempre seguirás teniéndome como amigo, como hasta ahora desde hace mucho tiempo, igual igual
ResponderEliminarfirmado: otro anonimo para tu lista negra :P
otro anonimo que se anima a escribirte...nerea eres la mejor, eres la alegría personizada, cuando tu ríes es como si se parase el mundo ya que todos nos reímos contigos...así que ojala dejes atrás esas personas que tanto daño te hacen que te hacen estar triste, que te hacen llorar y ojala vuelvas a antes cuando eras la reina de las sonrisas donde noche y dia regalabas tu mayor sonrisa. Espero poder estar contigo pronto de nuevo y verte más alegre que la última vez.
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