yo no quiero morir lentamente
Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca. No arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.
Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú.
Muere lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las “íes” a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos.
Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.
Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en si mismo.
Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar.
Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.
Muere lentamente, quien abandona un proyecto antes de iniciarlo, no preguntando de un asunto que desconoce o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe.
Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor
que el simple hecho de respirar.
Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una espléndida felicidad.
Es cierto que nos acostumbramos a todo lo que nos rodea, que dejamos de luchar, de alegrarnos, de emocionarnos, de sentir y amar con la misma intensidad. Dejamos de sorprendernos por las pequeñeces que nos envuelven.
Tendríamos que ser como un niño pequeño, un niño que se emociona con todo, que se asusta si no ve a su madre, que tiene miedo a sentirse solo, que necesita aprender, que cae y se vuelve a levantar. Un niño que siempre está activo y quiere jugar, reír…
Yo voy a tomarme la vida como lo que es, un regalo que no puedo desaprovechar. Pienso luchar cada día por MI VIDA y con ello quiero decir mi gente, mi familia, mis ilusiones, mi mundo…
No quiero que se escapen los segundos sin darme cuenta, porque cada segundo es un recuerdo que pienso hacer inolvidable, y que contaré a mis nietos ( si algún día los tengo).
Yo no quiero morir lentamente, quiero vivir con entusiasmo, con alegría, con ilusión, con ingenuidad, con humildad, con miedo ( pero sólo el justo para cuidar las cosas que tengo y aprecio, no el miedo que me paralice y me impida vivir la vida como se merece ser vivida).
¿Vamos a vivir la vida como nos merecemos? o ¿vamos a hacer que nuestras vidas sean como nos dicen que tienen que ser?
Yo quiero seguir siendo esta mocosa, que tenía tanto que aprender, tanto que vivir, tanto que sufrir… Sé que aún me queda mucho.
Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú.
Muere lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las “íes” a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos.
Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.
Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en si mismo.
Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar.
Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.
Muere lentamente, quien abandona un proyecto antes de iniciarlo, no preguntando de un asunto que desconoce o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe.
Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor
que el simple hecho de respirar.
Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una espléndida felicidad.
Es cierto que nos acostumbramos a todo lo que nos rodea, que dejamos de luchar, de alegrarnos, de emocionarnos, de sentir y amar con la misma intensidad. Dejamos de sorprendernos por las pequeñeces que nos envuelven.
Tendríamos que ser como un niño pequeño, un niño que se emociona con todo, que se asusta si no ve a su madre, que tiene miedo a sentirse solo, que necesita aprender, que cae y se vuelve a levantar. Un niño que siempre está activo y quiere jugar, reír…
Yo voy a tomarme la vida como lo que es, un regalo que no puedo desaprovechar. Pienso luchar cada día por MI VIDA y con ello quiero decir mi gente, mi familia, mis ilusiones, mi mundo…
No quiero que se escapen los segundos sin darme cuenta, porque cada segundo es un recuerdo que pienso hacer inolvidable, y que contaré a mis nietos ( si algún día los tengo).
Yo no quiero morir lentamente, quiero vivir con entusiasmo, con alegría, con ilusión, con ingenuidad, con humildad, con miedo ( pero sólo el justo para cuidar las cosas que tengo y aprecio, no el miedo que me paralice y me impida vivir la vida como se merece ser vivida).
¿Vamos a vivir la vida como nos merecemos? o ¿vamos a hacer que nuestras vidas sean como nos dicen que tienen que ser?
Yo quiero seguir siendo esta mocosa, que tenía tanto que aprender, tanto que vivir, tanto que sufrir… Sé que aún me queda mucho.
Comentarios
Publicar un comentario