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Mostrando entradas de abril, 2015

inteligente

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El otro día me hicieron la pregunta más difícil de mi vida, y quizá fue la más difícil porque nunca nadie antes lo había dicho en alto: "¿Qué tiene de bello la ingeniería?" Depende de lo que entiendas como bello -fue mi primera respuesta. Después, di una extensa explicación sobre un camino recorrido repleto de frustración. Un camino con final en el que acabas visualizando lo que llevas tanto tiempo creando para, finalmente, sentir esa satisfacción que sólo alguien que lucha y lo consigue puede llegar a saber de lo que hablo. Días después pensé en que me había equivocado por completo con la respuesta, porque lo bonito de todo esto, sin duda, es la plenitud, ser consciente de la capacidad de nuestra mente. Porque no hay nada tan gratificante como comprender lo que nos rodea y ser capaz de mejorarlo. Qué idiotas somos a veces los humanos y qué arma tan fatídicamente maravillosa puede llegar a ser la mente.
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El que no haya sufrido por amor que tire la primera piedra, y que a poder ser, rebote y le dé en la frente. Amor, amor, amor. Amor por todas partes. Digo amor y piensas en cine, palomitas, sexo, sexo, sexo, rosas, cenas de San Valentín, no-cenas de San Valentín porque el amor se demuestra a diario, pero hay que ver que ni un detalle. Sigues pensando en amor y es abrir los ojos y verla dormir, el desayuno en la cama, las sonrisas cómplices, los celos sanos, la confianza ciega, qué preciosidad. Sus abrazos, el tacto de su piel, los defectos más perfectos. Canciones de amor, qué sufrimiento gratuito, qué felicidad porque es gratis. La ropa interior por los suelos, la camiseta que te deja y huele a su perfume; no estar solo porque claro, tienes al amor de tu vida. Cenas, cenas y más cenas, pedir al chino, pedir pizzas o cenarse y ya está. Y sigue el amor, amor y amor. Amor-dolor, porque somos masoquistas y eso nos encanta. Nos encanta reconocerlo además. La rutina que se echa de menos cu...

not end

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Nadie puede imaginar que sentirás cuando sepas de mí. Nadie puede ni debe, hazme caso. Sentirás el dolor de esa ecuación que creimos resuelta, por ser incapaz de resolverla hasta el final. Sentirás el incordio de esa pregunta que jamás supo cerrar el signo de interrogación. Sentirás un qué hubiera pasado si. Y sobre todo sentirás que algo entre nosotros continuó creciendo incluso cuando nos separamos. Un algo tan grande como el vacío que dejamos al ser dos. Un algo tan pequeño como el espacio que un sí, le acaba siempre cediendo a un no. Pero tú aguanta. Resiste. Hazte el favor. Haznoslos a los dos. Que no se te note. Que nadie note esos ojos subrayados con agua y sal. Eso sí, cuando sepas de mí, intenta no dar portazos a mis recuerdos. Piensa que llevarán días, meses o incluso años vagando y mendigando por ahí, abrazandose a cualquier excusa para poder pronunciarse, a la espera de ...

el pasado es una extraña constante...

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... que puede variar Todo depende de la cicatrización Todo puede ser como era, como ahora vemos que fue, como realmente queríamos que fuera. Todo puede ser nada si la herida se infecta, si no se cura, si la cicatriz tiene una firma demasiado personal. Y nada es capaz de convertirse en todo y todo en lo que nunca fue, y puede que nos regodeemos y entonces puede doler, y doler más que la propia herida.