permanente insatisfacción
Vivimos en una época de sobreestimulación. A través de diferentes medios recibimos multitud de información, imágenes y gracias a los medios tecnológicos es fácil ver qué pasa o que hay en cualquier parte del mundo.
Hoy más que nunca, algunas personas viven con una permanente insatisfacción. Nuestra lista de deseos crece y crece cada día. Da igual lo que tengamos, parece que nunca es suficiente.
Pasamos mucho tiempo pensando en aquello que podríamos tener y en hacer planes de futuro. Pensamos que cuando consigamos eso que tanto anhelamos estaremos satisfechos y, sin embargo, muchas veces ocurre que, cuando lo tenemos, tampoco nos llena tanto como creíamos y, además, nuestro deseo de estar satisfechos no se detiene y volvemos a meternos en un círculo vicioso.
Si no conseguimos algo que queremos, esto inmediatamente se convierte en el centro de nuestros pensamientos. Nos sentimos insatisfechos y, en algunas ocasiones, muy frustrados.
Centramos nuestro bienestar en eso que anhelamos y nos sentimos infelices.
Sin embargo, no se puede ser feliz si uno siempre está suspirando por lo que no tiene. Sobre todo, cuando eso hace que no se valore o disfrute lo que realmente se tiene.
Nos pasamos mucho tiempo pensando en lo que queremos y casi nunca en lo que tenemos.
Si siempre suspiramos por deseos nuevos es difícil estar bien y ser felices.
Es necesario desplazar el pensamiento de lo que deseamos a lo que realmente tenemos e implicarse en eso; en cuidarlo y disfrutar, ya sean personas o cosas.
La lista puede ser interminable: en lugar de quejarte de la persona con la que convives y sus defectos, fíjate en las cualidades que tiene; en lugar de quejarte de tu trabajo, fíjate que lo tienes; en lugar de quejarte de que hoy llueve, aprovecha para pasear y ver cómo está tu ciudad; en lugar de desear que quieres irte de vacaciones a países lejanos, y no puedes, piensa en lo que bien que has estado en otro sitio cercano y en lo que has disfrutado.
No se trata de no soñar, sino de poner los pies en el suelo y no desaprovechar nuestro presente.
Hoy más que nunca, algunas personas viven con una permanente insatisfacción. Nuestra lista de deseos crece y crece cada día. Da igual lo que tengamos, parece que nunca es suficiente.
Pasamos mucho tiempo pensando en aquello que podríamos tener y en hacer planes de futuro. Pensamos que cuando consigamos eso que tanto anhelamos estaremos satisfechos y, sin embargo, muchas veces ocurre que, cuando lo tenemos, tampoco nos llena tanto como creíamos y, además, nuestro deseo de estar satisfechos no se detiene y volvemos a meternos en un círculo vicioso.
Si no conseguimos algo que queremos, esto inmediatamente se convierte en el centro de nuestros pensamientos. Nos sentimos insatisfechos y, en algunas ocasiones, muy frustrados.
Centramos nuestro bienestar en eso que anhelamos y nos sentimos infelices.
Sin embargo, no se puede ser feliz si uno siempre está suspirando por lo que no tiene. Sobre todo, cuando eso hace que no se valore o disfrute lo que realmente se tiene.
Nos pasamos mucho tiempo pensando en lo que queremos y casi nunca en lo que tenemos.
Si siempre suspiramos por deseos nuevos es difícil estar bien y ser felices.
Es necesario desplazar el pensamiento de lo que deseamos a lo que realmente tenemos e implicarse en eso; en cuidarlo y disfrutar, ya sean personas o cosas.
La lista puede ser interminable: en lugar de quejarte de la persona con la que convives y sus defectos, fíjate en las cualidades que tiene; en lugar de quejarte de tu trabajo, fíjate que lo tienes; en lugar de quejarte de que hoy llueve, aprovecha para pasear y ver cómo está tu ciudad; en lugar de desear que quieres irte de vacaciones a países lejanos, y no puedes, piensa en lo que bien que has estado en otro sitio cercano y en lo que has disfrutado.
No se trata de no soñar, sino de poner los pies en el suelo y no desaprovechar nuestro presente.
Escrito por: Teresa Díaz
Comentarios
Publicar un comentario