Me gustan las palabras sencillas y claras como las vocales abiertas en bocas cerradas. Me gustan los paisajes con nubes; las de tu cabeza, los vagones en los que sólo estoy yo y hay quince asientos libres para poder ser cualquiera. Me gusta ser en muchos adjetivos, pero en "feliz" nunca soy, mejor estar siempre. Me gusta cumplir años y crecer, pero no sentirme mayor. Me gusta ojear libros en librerías donde antes ya he estado mil y una vez. Volver. Volver es volver a leer. Vivir. Vivir es volver a por ti. Me gusta caminar a solas por mi ciudad porque siempre voy conmigo y a solas ya no significa soledad. Me gusta llegar al sitio donde eché raíces, pensar en qué le diría a mi abuela si estuviera aquí, mirar a la cara a mi gente y sonreír, hacer uso del pasado y conjugar el verbo de antes con el tan vacío adjetivo feliz. Me gusta la luz, el contacto con lo verdaderamente vital, con la sal, enterrar los pies en arena y hacerle frente al presente. Me gusta preguntarme, recrearme en mis dudas aunque eso suponga quedarme sin aire, abrir la ventana y mirar a la calle.


Me gusta pensar que todo siempre es suficiente menos cuando hablamos de amor, que ayer fue sólo un sueño y hoy es el último día.
Me asusta la vida cuando pienso en el final, pero no me culpo, me gusta pensar.


Mi piel son mil preguntas sin respuesta buscando otra piel para contrastar una verdad que ya nadie busca. Tan sólo queremos saber si no estamos solos en esto


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